Sitges, la reina del glamur nunca pasa de moda

Sitges, la reina del glamur nunca pasa de moda

Dicen que es el pueblo con más glamur de la costa catalana. En 1893, Santiago Rusiñol llegó aquí y se enamoró del lugar. En lo alto de un promontorio suspendido sobre el Mediterráneo, el pintor y escritor escogió una cabaña de pescadores para convertirla en su ­casa-taller y para cambiar para siempre el devenir de esta villa de la comarca del Garraf.

Animada, variopinta, festivalera y bendecida por playas de aguas turquesas. A 36 kilómetros al sur de Barcelona, dejando el macizo del Garraf a la espalda para entregarse en cuerpo y alma al Mediterráneo, Sitges se presenta como la escapada por excelencia de la Ciudad Condal.

Sus vecinos no oirían hablar de turismo hasta finales del siglo XIX, cuando intelectuales y artistas del modernismo llegaron en busca de un lugar de retiro y desenfreno.

El siglo XX trajo consigo la burguesía barcelonesa y terminaría con la aparición del colectivo gay, que haría de este (alguna vez) tranquilo pueblo marinero su nueva meca en España.

FUENTE: cincodias

El templo del modernismo

Desde el paseo de la Ribera, la escalinata sobre la que rompen las olas, nos conduce al barrio de la Punta, donde se yergue la icónica iglesia de San Bartolomé y Santa Tecla y la mayor parte de la historia de Sitges. Buscamos la sombra en la ilustre calle de Fonollar, que alberga el palacio (5 euros), el Museo Maricel y el llamado templo del modernismo, el Cau Ferrat.

Desde 1933, la antigua casa-taller de Santiago Rusiñol acoge al visitante en un espacio lumínico y refrescante, antaño frecuentado por artistas modernistas que empezarían a poner a Sitges en el mapa.

La extensa colección del artista incluye cerámicas, vidrios, esculturas, hierro forjado y pinturas de autores como el propio Rusiñol, Casas, Zuloaga o Picasso. Entrada, 10 euros.

El primer chiringuito

Ahora hablemos de historia. En 1913 se creó en el paseo marítimo de Sitges un merendero a pie de playa frecuentado por indianos y marinos. Su nombre: Chiringuito. Pero ¿por qué Chiringuito?
En Cuba, los trabajadores de las plantaciones de caña de azúcar solían llamar chiringuito al café que tomaban filtrado por una media.

La influencia americana haría que la expresión “¡ponme un chiringuito!” no tardase en escucharse en los muelles de Sitges ni en este negocio de la playa de la Ribera, que se convertiría así en el primer chiringuito de la historia, además del foco de las tertulias del Sitges de los años veinte.

Hoy, su leyenda invita al viajero, y al oriundo, a sentarse en su terraza al sol para tomarse una caña, un chiringuito y probar alguna de las tapas made in Spain para saborear un trocito de la historia de Sitges y del Mediterráneo.

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